por: Juan Freire


El concepto de innovación social se está haciendo popular últimamente, en gran medida como respuesta a una situación de crisis que nos muestra cómo la innovación entendida como un proceso asociado única y exclusivamente al ámbito económico y empresarial no es suficiente para garantizar el desarrollo social. En este sentido, los espacios públicos juegan un papel esencial al ser los escenarios donde se desarrolla, o se debería desarrollar, buena parte de la participación activa de los ciudadanos en la construcción de la ciudad; una especie de urbanismo emergente ó P2P que está muy alejado del paradigma de la planificación urbanística centralizada y dependiente de especialistas y políticos. Frente al modelo de las clases creativas, popularizado por Richard Florida, que asocia creatividad con crecimiento económico pero que, al mismo tiempo, puede provocar mayores desigualdades dentro de las ciudades, la innovación social debe entenderse como un proceso inclusivo en que la creatividad ciudadana contribuye a mejorar la ciudad vivida por todos los vecinos.

Pero, ¿cómo se genera innovación social? y ¿cómo esa innovación puede ayudar a revitalizar los espacios públicos? Ya he comentado en otras ocasiones que la solución no es simple y pasa por la combinación de políticas que generen oportunidades, el 'empowerment' o 'empoderamiento ciudadano' basado en la acción colaborativa y el uso de la tecnología para generar redes sociales activas. Internet surge como plataforma organizativa para, en contra de algunas visiones apocalípticas que asocian al antes conocido como ciberespacio con la debilitación de la vida social, generar acciones que se trasladan a los "espacios analógicos" reforzando las redes ciudadanas.

La d.school de la Universidad de Stanford, un ejemplo de la aplicación del paradigma del pensamiento de diseño a la educación en gestión empresarial, lleva unos años impartiendo el curso conocido como CIA, Creating Infectious Action, basado en el desarrollo de proyectos colaborativos por grupos de estudiantes que pretenden llegar al "mundo real" y no quedarse en meros ejercicios teóricos. Bob Sutton, uno de los profesores del curso, ha publicado en su blog varios posts sobre los proyectos que desarrollan este año sus estudiantes (Turning Palo Alto's University Avenue into a Pedestrian Mall? y The Palo Alto Pedestrian Mall Controversy) en que el curso está dedicado a encontrar métodos para "Kill Gas" o, dicho de otro modo, para desarrollar y poner en marcha ideas que reduzcan el consumo de gasolina.

Uno de los proyectos, que dirigen cuatro estudiantes y ha nacido de este curso, se denomina Palo Alto Pedestrian Mall y plantea el cierre de varias manzanas de la University Avenue, la calle central de Palo Alto, donde se ubica la Universidad de Stanford, al tráfico rodado. Para diseñar su propuesta han realizado previamente observaciones del tráfico así como entrevistas con los diferentes actores de ese espacio público (comerciantes, clientes, funcionarios municipales, etc). Para diseñar su propuesta final de peatonalización han sintetizado diferentes soluciones que han puesto a prueba con los usuarios hasta alcanzar su propuesta definitiva. Finalmente, han lanzado una campaña de comunicación y activismo social con el fin de trasladar la idea a la agenda política y al debate público.
Otro de los profesores, Diego Rodríguez, ha ayudado desde su blog Metacool a la viralización de la campaña Please help us kill gas in Palo Alto! CIA 2009!, al mismo tiempo que explica los detalles de la propuesta, basada en "la transformación en un parque urbano completamente peatonalizado con restaurantes al aire libre, performances callejeras, eventos comunitarios, arbolado y jardines, y una infraestructura adecuada para bicicletas". Como señala Rodríguez, este modelo urbano es bastante habitual en las ciudades europeas y ha demostrado su potencial para revitalizar el comercio y promover métodos alternativos de transporte así como para reforzar el sentido de comunidad. También es cierto que, a pesar de todo lo anterior, y al menos en España, cada vez que se anuncia una iniciativa de este tipo surgen innumerables polémicas y grupos de oposición.

La campaña de peatonalización se organiza en su mayor parte en Internet, contando con un grupo en Facebook extraordinariamente activo, teniendo en cuenta que lleva funcionando pocos días y el público objetivo es limitado. Ha llegado a alcanzar unos 1700 miembros en apenas dos semanas; además utilizan Twitter o Flickr para difundir mensajes y materiales gráficos. La consecuencia ha sido una fuerte presencia en prensa y medios digitales, además de un alto grado de interés de los responsables políticos de la ciudad.
Una de las referencias más relevantes ha sido el artículo de Julia Kirby, de Harvard Business Publishing, en el HBR Editor's Blog (Starting a Movement, Learning to Lead).

Por supuesto, el proyecto, como comenta Bob Sutton, ha generado un importante debate en la comunidad local acerca del acierto de la idea. Un ex alcalde se ha mostrado partidario mientras otra gente la critica duramente (en el grupo de Facebook se pueden seguir algunos de estos debates). Finalmente, y este es uno de los principales indicadores de éxito del proyecto, la propuesta ha sido tratada en la agenda de la Palo Alto Planning and Transportation Commission.

Puede parecer sorprendente que un proyecto de innovación asociada con el diseño acabe desembocando en una campaña de activismo social. Pero en realidad este proceso es bastante común incluso cuando los participantes actúan desde el principio pensando en un objeto o intervención puntual. Por ejemplo, en mi experiencia en talleres de procesos de innovación colaborativa (como los que realizamos en el Mercado Atlántico de Creación Contemporánea (MACC) con e-Cultura o en el laboratorio de proyectos colaborativos interdisciplinares en la Universidad de Salamanca con el Medialab Prado), una buena parte de los proyectos que han surgido incorporan algún tipo de acción social (que se acaba materializando en prototipos de una campaña de comunicación o de activismo). Es precisamente esta parte de los proyectos la que acaba muchas veces por identificarse como la clave para el éxito.

Pero, regresando al post de Diego Rodríguez, encontramos una explicación clara de por qué el proyecto de la peatonalización del centro de Palo Alto es un buen ejemplo de aplicación del pensamiento de diseño a las campañas virales. Existen tres principios básicos para generar una "acción infecciosa":

1. Crear una oferta memorable (en este caso una zona peatonal en Palo Alto)
2. Tejer historias "pegajosas" alrededor de la propuesta (como "romper la carretera y crear un verdadero y bello espacio comunitario")
3. Identificar las comunidades receptivas a la propuesta y a las historias. Encender algunos pequeños fuegos y añadir gasolina durante un tiempo para avivar ese fuego

De hecho, ese post es en sí mismo una llamada a la acción (a la difusión viral del mensaje), y por tanto es parte de la campaña. Estas reglas básicas de una acción viral nos muestran que los movimientos sociales no pueden gestionarse pero sí se pueden cultivar creando condiciones para que florezcan, como explica en otro post Diego Rodríguez (Leading tribes, cultivating movements, part II). Además, podríamos añadir una cuarta regla, dado que este tipo de acciones, por muy "físico" que sea su objetivo, se desarrollan ya en gran medida en los espacios digitales.